Los dos extremos

 

Acaban de salir dos libros que bien pueden quedar acogidos por el título de la presentación, Los dos extremos. Uno, de Eric R. Kandel, biólogo de la mente, además de Premio Nobel de Medicina,  Psiquiatría, Psicoanálisis, y la nueva biología de la mente. (Ed. Ars Medica, Barcelona, 2006) El otro, de J. Lacan, El sinthome. (Paidós, Buenos Aires, 2006).

 

Eric R. Kandel nos presenta, en la Introducción, su envidiable biografía, que comienza:

Después de muchos años de alimentar mi vocación de psicoanalista, me ma­triculé en los estudios de psiquiatría en el Massachusetts Mental Health Center de la Harvard Medical School a principios de la década de 1960, y finalicé allí la residencia. A continuación cambié de rumbo: decidí no emprender la formación psicoanalítica ni ejercer la práctica de la medicina. Preferí dedicar los siguientes 40 años a la investigación biológica, trabajando en un enfoque reduccionista del aprendizaje y la memoria, primero con caracoles y después con ratones.
Un camino de ida que otros hicieron de vuelta. Pero quizás, lo más interesante, aparte de la propia experiencia personal sea, el imposible diálogo que para algunos, entre los que me incluyo, se da entre la neurociencia y el psicoanálisis.

En 1965, tomé la que probablemente fue la decisión más difícil de mi vida profesional. A pesar de ser un buen terapeuta y de que disfrutaba trabajando con los pacientes, decidí que no iba a solicitar la formación en el Boston Psychoanalytic Institute tal y como había planeado (y de hecho, tal y como hicieron muchos de los otros residentes del centro), y que dedicaría todo mi tiempo a la investigación. En un momento de optimismo, y después de tomar esta decisión, mi mujer y yo nos tomamos unas breves vacaciones. Aceptamos la invitación de Henry Nunberg de pasar unos días en la casa de veraneo de sus padres en Yorktown Heights (Nueva York). Henry era un buen amigo nuestro, y también conocíamos  a sus padres. Su padre, Herman Nunberg, era un excelente psicoanalista y un influyente profesor cuyo libro de texto yo admiraba por su claridad. Asimismo, tenía un gran interés, aunque dogmático, por muchos aspectos de la psiquiatría. La primera vez que cenamos juntos, después de resumir con entusiasmo mis nuevos planes profesionales, Herman Nunberg, me miró con asombro y musitó: «Tengo 1a impresión de que el psicoanálisis no te ha resultado del todo satisfactorio; es como si en realidad nunca hubieras resuelto lo suficiente tu transferencia».

Argumento éste, el de la transferencia no resuelta, que junto al de, Vd no se ha analizado , son infalibles para no valorar al prójimo.

El diálogo entre neurociencia y psicoanálisis o, lo que es lo mismo, cuáles son los fundamentos científicos del psicoanálisis, podemos decir que empezaron con el propio Freud en su Proyecto…, poco después abandonado: «En éste Proyecto hemos intentado encajar la psicología en el cuadro de las ciencias naturales; es decir, representar los procesos psíquicos como estados cuantitativamente determinados de partículas materiales especificables, y esto a fin de hacerlos evidentes e incuestionables. Este proyecto entraña dos ideas cardinales: 1° lo que distingue la actividad del reposo es de orden cuantitativo. La cantidad (Q) se halla sometida a las leyes generales del movimiento. 2° Las partículas materiales de que se trata son las neuronas». ( Freud: Proyecto…)

E. Kandel es aun más entusiasta llegando a decir que “todos los procesos mentales, desde los más rutinarios a los más sublimes, emanaban del cerebro y que todas las enfermedades mentales, con independencia de su sintomatología, tenían que estar asociadas con determinadas alteraciones del cerebro”. Marshall Edelson, que escuchaba estas palabras, contestó tímidamente que lo aceptaba para las psicosis pero que “… los trastornos descritos por Freud y los que suelen observar los psicoanalistas en la práctica clínica, como la neurósis obsesivo-compulsiva y los estados de ansiedad, no podían explicarse a partir del funcionamiento del cerebro”.

A partir de esta polémica Kandel escribe el primero de los trabajos de este libro, La psicoterapia y la sinapsis única: la influencia del pensamiento psiquiátrico en la investigación neurobiológica.

Un buen ejemplo de la relación entre neurociencia y psicoanálisis lo encontramos en el capítulo tercero, que comenta un psicoanalista, Arnold M. Cooper (que también comenta Coderch en su último libro, Pluralidad y diálogo en psicoanálisis):”los continuos avances en neurociencia pondrán de manifiesto que algunas ideas psicoanalíticas son erróneas ( como la amnesia infantil, que antes se atribuía a la represión; ahora se sabe que se debe a la ausencia de las vías necesarias para desarrollar la memoria en el niño pequeño.”

En mi opinión, este es un buen ejemplo en donde conocimientos de disciplinas diferentes se interfieren provocando confusión. La amnesia infantil – que además confirma la neurociencia- tiene un sentido psicoanalítico (significado, dentro de una red de significados, que es la teoría psicoanalítica), mientras en la neurociencia es una explicación, descripción de una realidad empírica, científica. Es como si la literatura la explicara la lingüística, la pintura, la química de los pigmentos y las catedrales góticas, los picapedreros.

Pero, un magnífico libro, con una introducción, un epílogo y ocho capítulos de Kandel, escritos en distintas épocas y comentados por personajes de primera línea.

A propósito del libro de Lacan , El sinthome, diremos, que el próximo mes de marzo, se verá en los tribunales de Paris, qué es esta historia de los derechos del Sr. Miller y de que salgan los seminarios de Lacan con cuentagotas.

Para empezar recordemos que el estilo de Lacan es diferente y por eso, además, dice cosas diferentes: “Para abreviar, diré que la naturaleza se caracteriza por no ser una, por eso se la aborda mediante un procedimiento lógico. Al proceder a llamar naturaleza lo que ustedes mismos dejan de lado por el mero hecho de interesarse en algo que se distingue por ser nombrado, la naturaleza solo se atreve a afirmarse como un popurrí de fuera de la naturaleza.” (Pág. 12).

“Sinthome” es la forma arcaica de escribir síntoma, y en la teoría lacaniana es el Nombre del Padre en cuanto capaz, en las psicosis, de mantener unidos los tres registros. La vida y la obra de Joyce le permiten a Lacan elaborar, a partir de 1973 una mejor teoría de las psicosis.

Cuatro apartados y diez capítulos del mejor Lacan…, si cabe.

R. Aguillaume
Centro Psicoanalítico de Madrid.