El pasado día 9 de marzo de 2023 María Fernández Ostolaza, Miembro del CPM, realizó una ponencia ante el senado titulada «Deporte base y deporte femenino». Les dejamos aquí la reproducción íntegra de dicha ponencia.

Buenos días. Muchas gracias a los miembros de esta cámara por invitarme y a todos los presentes por asistir a esta comparecencia. Voy a empezar presentándome.

Soy licenciada en Geografía e Historia, y en Psicología. Máster en Teoría de la cultura y psicoanálisis.Psicóloga General Sanitaria; psicoterapeuta acreditada por la Federación Española de Asociaciones dePsicoterapeutas (FEAP), como psicoanalista pertenezco al Centro Psicoanalítico de Madrid, acreditado por la Federación Internacional de Sociedades Psicoanalíticas (IFPS).

Desde muy joven me dediqué al deporte de competición. En los años ochenta fui componente del Equipo Nacional de Gimnasia ítmica, del que también fui capitana. Participé en varios campeonatos europeos y mundiales. Después de los Juegos de Barcelona, pasé a formar parte del cuerpo técnico del Equipo Nacional, cumpliendo funciones, primero, de entrenadora del conjunto y, luego, de seleccionadora. Gracias a un magnífico trabajo de equipo obtuvimos varios títulos mundiales y europeos, éxitos que se completaron con la medalla de oro en la modalidad de conjunto, en los Juegos Olímpicos de Atlanta.

He trabajado para empresas de recursos humanos, analizando modelos y sistemas de equipos deportivos para trasladarlos al mundo de la empresa y profundizando en las biografías deportivas con sus protagonistas para poder aplicarlas en forma de capital de conocimiento.

Durante varios años dirigí, en régimen de colaboración, el área de psicología del Programa de atención al deportista de alto nivel (PROAD), del Consejo Superior de Deportes. Mi principal misión fue diseñar e implementar el Programa de jubilación deportiva y el Programa de protección del deportista de alto nivel menor de edad, cuyo objetivo principal era formar en criterios de protección a los deportistas menores de edad, de diferentes modalidades, desplazados a la Residencia Joaquín Blume de Madrid. Se trataba de un trabajo psicológico a largo plazo, interdisciplinario y grupal, que se completaba con otros dos grupos: un grupo de entrenadoras; y otro, un grupo mixto, compuesto por directores técnicos federativos, técnicas del CSD, tutoras, psicólogas, etc. dedicado al estudio de casos.

Actualmente trabajo como terapeuta en mi consulta privada, en donde recibo a partes iguales a población no deportiva y a deportistas, que consultan bien por motivos clínicos como por cuestiones de rendimiento. Estas consultas son tanto de deportistas que compiten en el ámbito nacional como de deportistas con una dilatada carrera: olímpicos y profesionales. También atiendo las consultas de otros agentes deportivos, es decir, de entrenadores, árbitros, directores técnicos, padres… que consultan cada vez con mayor frecuencia.

En el año 2012 organicé un grupo para el estudio de los efectos psicológicos de la jubilación deportiva, que en 2019 se convirtió en El último vestuario, una asociación sin ánimo de lucro que tiene como misión el estudio, divulgación y aplicación de nuestros conocimientos sobre la jubilación deportiva.

Mi ponencia tiene tres partes: Carencias y necesidades del deporte base; Carrera deportiva y salud mental, y La retirada deportiva.

1. Carencias y necesidades del deporte base

Deseo empezar con una breve mención al deporte base porque es imprescindible y urgente la profesionalización de la estructura deportiva del deporte base en España.

El objetivo del deporte base, del deporte infantil y juvenil, es que los participantes permanezcan en el deporte. La importancia de este objetivo dentro de la salud publica es evidente. De acuerdo con ello, la misión de la actividad de clubes y equipos deportivos es triple: la formación y transmisión de unos valores deportivos sólidos, la enseñanza rigurosa de unos fundamentos técnicos bien aprendidos, y la iniciación y desarrollo en el ámbito de la competición. Nada de esto tiene que ver con formar campeones precoces de 11 y 12 años.

El deporte base sobrevive desde hace muchos años por dos grupos de figuras: entrenadores y entrenadoras heroicas, y lo que voy a llamar “soporte familiar de relevo” en la gestión de clubes y federaciones.

El deporte base –antesala del deporte de competición– está desapareciendo. Los clubes están desapareciendo, clubes históricos construidos por los esfuerzos ingentes de entrenadoras que cuando se retiran arrastran toda la estructura porque no hay tal estructura, por eso su cometido es tan estresante.

Urge unas condiciones laborales decentes para las técnicas deportivas. Ser entrenadora, preparadora física, profesora de danza o ballet sigue siendo un trabajo precario, que se hace muchas veces sin contrato, por afición o amor a su deporte, y como complemento de otra jornada laboral. Estas entrenadoras enfrentan los mismos problemas desde hace décadas: sobrevivir a la precariedad de los recursos tratando de no desaparecer, pelear por el uso de las instalaciones y lidiar con los problemas del día a día de las familias.

Urge también una mejor formación no solo deportiva sino, sobre todo, pedagógica y humanista. Hay muchos deportistas menores de edad en manos de monitores o entrenadoras poco preparadas que, ante la precariedad laboral, tienen pocas posibilidades de una formación profesional continua. También hay magníficas entrenadoras, por supuesto, pero muchas de ellas no pueden vivir de su desempeño profesional deportivo.

En deportes como el mío, el trabajo de la entrenadora se apoya en una gestión solidaria de personas que se interesan en ese momento por la situación. Suelen ser padres o madres de deportistas en activo que toman el relevo en funciones de gestión económica y organizativa, pero que la abandonan en cuanto su hija deja el deporte. Si bien es cierto que gracias a este “arrimar el hombro” se consigue sobrevivir, también lo es que encubre el verdadero problema: la falta de una estructura profesional tan necesaria.

Una mayor y mejor definición de las funciones de cada profesional es uno de los recursos principales de prevención frente a los abusos físicos, psicológicos o sexuales en el terreno deportivo. La única manera de aumentar las probabilidades de que se genere un medio sano es capacitando a los profesionales del deporte base. Si el objetivo es conseguir un deporte de elite mas exitoso, un mayor numero de deportistas practicando la actividad también ayudará a este fin.

Hace unas semanas me consultó una deportista de 14 años, que según parece tienen un enorme talento para su deporte que practica desde los 5 años. Pero me decía que se sentía cansada para dar el salto a una mayor intensidad de entrenamiento y competición, como es el ingreso en una concentración permanente del Equipo Nacional, al que le han llamado por segunda vez. Desde hace cuatro años esta chica se entrena de 8 a 11 de la noche, levantándose a las 7 de la mañana para ir al instituto. Pertenece a un club de un barrio popular de Madrid que está muy orgulloso de ella, y ella muy identificada con el Club, pero cuya instalación está y estará ocupada con otras actividades deportivas populares hasta la noche.

2. Carrera deportiva y salud mental

Cuando usamos la palabra deportista debemos ser conscientes de algo que ya sabemos, no se trata de una categoría homogénea. El deporte es un gran universo y eso lo convierte en un fenómeno de estudio complejo. No creo que exista una identidad deportiva, menos aún una personalidad deportiva. Creo que una parte de la identidad de los deportistas está identificada con su imagen de deportista. Creo también que solo podemos entender al ser humano pensando que tiene una mente única e individual, con la que nunca dejará de sorprendernos.

Sabemos que el deporte puede transmitir valores muy beneficiosos para el individuo y la sociedad: es un gran instrumento social de inclusión, de tolerancia, que en absoluto podemos despreciar o desaprovechar, sobre todo en la sociedad actual en donde parece que los jóvenes han perdido otras muchas referencias.

Por otra parte, el mundo deportivo es una representación de la vida con sus penurias –por ejemplo, con sus desigualdades–, pero también con sus enormes gestos de solidaridad. Orin Starn, profesor de Antropología de la Universidad de Duke (Estados Unidos), en su curso sobre Deporte y sociedad mantiene que cada generación de deportistas es una representación fiable de la sociedad de su época; un reflejo de la sociedad actual. Si la sociedad se mercantiliza, el deporte se mercantiliza; si hay racismo, xenofobia o abuso, el deporte lo muestra; si desaparecen los límites, el deporte se empieza a practicar sin límites. ¿Adicciones o toxicomanías?, ¿aquello que queda más lejos de una vida sana? Sí, en el deporte las hay. Las habituales, en menor grado; pero sus variantes específicas como es el dopaje, el juego y las apuestas, las encontramos con mayor frecuencia de lo que desearíamos. En el deporte lamentablemente también es fácil aprender que tener unos resultados deportivos te puede hacer creer una persona superior, a la que los límites y normas no se le aplican. Los adultos que organizan y dirigen el deporte determinarán qué se va aprender en él.

Entonces, se trata de entender el deporte como transmisor y reflejo de una época. De ser esto verdad, ¿por qué los Juegos de Tokio habrán sido los Juegos de la salud mental?

Al atleta olímpico se le sigue presentando como paladín del citius, altius, fortius, para su propio deleite y para el deleite de los espectadores, de los equipos y de los países. No en vano una estética juvenil asociada al héroe se ha mantenido desde el periodo clásico hasta nuestros días. Pero si los deportistas, sus familias o la afición han querido creer que los héroes existen, seres completos, están equivocados. Todo ser humano debe hacerse cargo de sus carencias y de sus límites. El podium es solo un lugar al que los deportistas suben y del que bajan. Son tres escalones visibles, simbólicos, de una escalera continua que tiene muchos otros peldaños que suben y bajan. El podium es un lugar de paso.

Se hace necesaria una observación realista, lejos de una idealización excesiva. Un reconocimiento justo sin que las pasiones nos cieguen.

La deportista, al igual que otros grupos de profesionales prestigiosos, soporta una mirada admirativa de la sociedad. Desde esa posición es muy difícil autocontemplarse como un ser vulnerable que necesite ayuda. Pero sabemos que los deportistas siempre han padecido malestares, angustias, afecciones psicosomáticas, depresiones o conductas suicidas. Lo verdaderamente novedoso, y es mérito de muchos –me gustaría mencionar al desaparecido Michael Robinson y su esfuerzo en mostrarnos el lado humano del deporte–, lo verdaderamente novedoso, decía, es que ahora hablan de ello, a veces incluso hablan públicamente.

En deporte los hombres han sacado mucha ventaja a las mujeres. Igualar el porcentaje de mujeres y hombres que practican deporte va a requerir apoyo local, con acciones concretas, pero también supondrá igualdad en puestos de trabajo, de poder y de toma de decisión. Los hombres nos han sacado muchas ventajas económicas, de poder y prestigio.

Sin embargo, las mujeres podemos aprovechar y aprender de los errores que hemos visto por el camino.

Qué mejor causa para una joven que dedicarse a una actividad que le gusta, en la que se percibe altamente competente, con sentimiento de reconocimiento y pertenencia a un grupo o equipo, y con un objetivo estructurado e ilusionante, como es una clasificación olímpica. Qué privilegio, y también qué esfuerzo porque para hacer deporte con calidad hay que trabajar muchísimo.

Todo sería satisfactorio si no fuera porque el deporte también enloquece. En el deseo de cada deportista van prendidos los deseos de sus allegados, familiares, entrenadores, directivos y aficiones. Eso que solemos llamar pasión por el deporte muchas veces supone quedar alienado en todo ello. Alienación que se manifiesta con problemas de ansiedad y depresión.

La manera más eficaz para prevenir los problemas de salud mental es desarrollar la capacidad de reflexión crítica individual o del individuo dentro de un grupo reducido. Poder pensarse a sí misma sin quedar atrapada en los deseos de otros y en una mirada admirativa que confunde. Atravesar las pérdidas es conquistar la libertad.

Voy a poner un ejemplo práctico: En el Equipo Nacional de Gimnasia Artística Femenina, desde el Programa de prevención del deportista de alto nivel menor de edad, hicimos dos intervenciones en 2015: La primera fue destinada a aumentar el número de deportistas universitarias. Percibimos que había una renuncia a los estudios universitarios e intervenimos a través del trabajo con las gimnastas líderes del equipo, que, en algunos casos en colaboración con sus familias, llegaron a la universidad estando en activo. Alguna de esas mujeres permanece aún en activo. El “efecto modelo”, uno de los más potentes en el mundo del deporte, provocó que la gran mayoría de las componentes de la siguiente generación decidieran cursar estudios de grado superior. Simplemente interesándonos por sus dificultades en lugar de negándolas a través de sus éxitos, interesándonos por sus deseos de futuro más que por los objetivos deportivos, de los que se han de ocupar las entrenadoras, logramos una reversión que aún continúa. La intervención se hizo con la participación de adultos desempeñando funciones bien definidas, desde diferentes puntos de la estructura.

La segunda intervención tuvo que ver con un trabajo grupal psicoterapéutico con las gimnastas, en el que se otorgaba al grupo la capacidad de valorar si alguna gimnasta estaba corriendo un riesgo físico o psicológico innecesario. Para ello, primero trabajamos su sentimiento de vulnerabilidad: la deportista ni es ni se debe creer omnipotente, por lo que se han de abandonar patrones de empoderamiento ficticio. Pasada esa fase, la capacidad del grupo para identificar posibles situaciones de riesgo y ayudar a frenarlas fue muy superior a lo que esperábamos.

A día de hoy sigo trabajando con varias de aquellas deportistas con las que están en activo incluso con las que ya han abandonado el deporte, pero a través de la consulta privada. El trabajo sería mucho más eficiente y efectivo si las instituciones se comprometieran firmemente con planes a medio y largo plazo.

3. La retirada deportiva

Me consta que esta Cámara dedicó una Comisión especial sobre al situación de los deportistas al finalizar su carrera deportiva en el año 2001, promovida por la Senadora Miriam Blasco Soto.

En el año 2012 organicé un grupo para el estudio de los efectos psicológicos de la jubilación deportiva: invité a unos cuantos deportistas, colegas y amigos –varios de ellos medallistas o finalistas olímpicos–, a que nos reuniéramos para hablar de nuestra retirada, hubiera acontecido hacía mucho o poco tiempo, estuviéramos satisfechos o no con su evolución. Así lo hicimos durante ocho años con una frecuencia mensual, y a finales de 2019, tras el triste fallecimiento de Blanca Fernández Ochoa, nos preguntamos si merecería la pena abrir y hacer público este pequeño proyecto para que pudieran participar de él otros deportistas. Así fue como nos constituimos en una asociación, muy humilde, que tiene como misión el estudio, divulgación y aplicación del conocimiento sobre la retirada deportiva.

Creo que El último vestuario es una iniciativa única, en el sentido de que hemos sido los mismos deportistas, a través de nuestra formación posterior, los que hemos puesto en marcha el estudio de nuestra propia retirada; y estoy convencida de que como modelo sería exportable a otros lugares. A los deportistas nos gusta crear, conseguir, inventar cosas únicas que nos proporcionen un nuevo conocimiento. Junto con los récords o marcas, forma parte de nuestro deseo de transcender. El deportista veterano suele estar comprometido con el papel de transmisor de un conocimiento a la siguiente generación.

En El último vestuario hay tres tipos de actividades: la desempañada por nuestro grupo, por el grupo de estudio original; los talleres, que dedicamos a cualquier deportista que quiera analizar su pasada, presente o futura retirada; y la desarrollada por otros grupos que coordinamos, que después de los talleres se han querido quedar en la asociación pensando más sobre sí mismos y el fenómeno de la retirada. Si lo desean puedo ampliar en el turno de preguntas la información sobre nuestro método. Algunas de las conclusiones a las que hemos llegado son las siguientes:

Nosotros no proponemos un modelo de retirada porque insistimos en que eso lo tiene que construir cada deportista, pero proponemos pensar en algunos elementos clave, que sí que pueden hacer que una retirada se pueda transitar, dado que una retirada deportiva es, sobre todo, un proceso de tránsito a otro lugar.

La retirada es un fenómeno específico del deporte, y lo es por cuatro factores:

  1. El deporte de alto rendimiento es una actividad que produce sensaciones de placer con umbrales
    inusualmente altos en relación a lo que vive el resto de la población.
  2. También es inusualmente alto el sentimiento de autocompetencia, mi valía en el desempeño de mis
    habilidades atléticas. Recuperar ambas sensaciones de autosatisfacción en otras actividades profesionales de
    la vida no es nada fácil; aunque se pueden trasladar, claro que sí, habilidades del campo deportivo a otros.
    Eso es parte del trabajo que tratamos de desarrollar.
  3. Un tercer factor sería la dificultad en manejar la imagen que nos proyecta la sociedad: una admiración
    excesiva en el periodo deportivo para luego ser abandonados. El deporte es un fenómeno verdaderamente
    efímero.
  4. Por último, el extraordinario sentimiento de pertenencia que hace que la deportista se sienta parte
    importante de un proyecto común.

    La pérdida de estos cuatro factores, por mencionar los más importantes, requiere de un trabajo de duelo específico con un profesional, y eso se hace más necesario en una sociedad que no quiere oír hablar de perder. La sociedad que niega la pérdida impide y atrofia la capacidad del ser humano para elaborar duelos. Como dice Boris Cyrulnik, psicoanalista francés, Consejero de la Organización Mundial de la Salud para la infancia y juventud: la pérdida es inevitable pero el duelo depende de la cultura.